En el Colegio Claudio Matte, ubicado en la comuna de La Granja, los profesores Freddy Navarrete e Ignacio de los Santos impulsan un cineclub escolar que convoca a estudiantes desde séptimo básico hasta cuarto medio.
La iniciativa nace desde la motivación personal de ambos docentes por abrir espacios de creación en la escuela y generar una cultura escolar más participativa. Ignacio participó en un taller audiovisual durante su etapa escolar, experiencia que marcó su manera de entender la escuela como un espacio posible para la creación. “Fue muy gratificante poder crear cortometrajes en el colegio. Cuando conocí el Programa Escuela al Cine vi una línea muy parecida a la que yo viví, pero más estructurada. Quise replicarla desde mi rol como profesor”, explica. En el caso de Freddy, su vínculo con la imagen se desarrolló de forma autodidacta a través de la fotografía. “Antes de llegar al colegio ya había cursado estudios de foto. Cuando nos conocimos con Ignacio y apareció la posibilidad de formar parte del Programa, conectamos de inmediato. Fue una forma distinta de empezar nuestra pedagogía”, comenta.
La codocencia ha sido clave para llevar adelante el cineclub. Ambos docentes comenzaron a ejercer el año pasado y decidieron trabajar en conjunto desde el inicio. “Fue importante arrancar nuestra pedagogía desde una perspectiva distinta. Muy pronto aplicamos estrategias poco tradicionales, como dejarlos trabajar solos por momentos. Les damos tareas, nos vamos, volvemos y ya están organizados”, afirma Freddy.
“El año pasado partimos el taller en formato piloto”, explica Ignacio. “Seleccionamos a estudiantes que manifestaron interés y que tenían aptitudes para participar en talleres de fotografía y cine”. Este año, el cineclub se abrió a toda la comunidad. “Se informó a todo el colegio y los estudiantes se inscribieron por voluntad propia. La mayoría es de séptimo, algunos de octavo que siguen del año pasado, y también hay estudiantes de cuarto medio”, añade Ignacio. En total, asisten cerca de 20 estudiantes.
El cineclub funciona como un taller extraprogramático que articula teoría y práctica. “Este año partimos mostrando el video que se hizo el año pasado y los estudiantes que participaron contaron su experiencia. De a poco empezaron a traer videos que les gustaban o cosas que habían grabado antes para tareas del colegio. Ahora estamos mostrando creaciones originales, trabajando con autorretratos, vlogs y planos cinematográficos”, comenta Freddy.
Pero más allá de explorar el lenguaje audiovisual, el proyecto busca ofrecer un espacio de pertenencia y expresión para estudiantes con intereses diversos. “El grupo es heterogéneo, hay niños de 13 a 18 años, con distintas nacionalidades, neurodivergencias y disidencias de género. Es un laboratorio, estamos experimentando, dándoles libertad dentro de la sala de clases”, señala Freddy.
El año pasado, el grupo desarrolló un cortometraje como prototipo. “Lo hicieron completamente solos. Les presentamos los roles de una producción cinematográfica y ellos decidieron quién haría qué. En pocas sesiones ya tenían guion y empezaron a grabar. El producto quedó muy bueno, onírico y surreal. Queremos publicarlo en el Instagram de artes y música del colegio”, cuenta Freddy.
El cineclub también ha comenzado a vincularse con otros docentes del colegio. “Un profesor de lenguaje va a hacer un taller de guion, profesoras de teatro quieren aportar desde su disciplina, hay interés desde música y un amigo nos va a ayudar con edición de sonido”, dice Freddy. “La idea es que el cineclub genere comunidad dentro del colegio”.
En paralelo, las y los estudiantes preparan una muestra para fin de año: “Estamos trabajando un ABP en tercero medio que culmina en un festival de cine con trabajos de historia, ahí estamos cumpliendo el objetivo de generar cultura escolar”, indica Freddy.
Ignacio destaca que el cine permite desarrollar habilidades poco abordadas en el aula tradicional. “Trabajamos apreciación, análisis, pensamiento crítico. No se trata solo de decir si algo es malo, sino de fundamentar, de proponer mejoras. También se fortalecen el trabajo en equipo, la autonomía y el liderazgo”.
En ese sentido, Freddy reconoce que el cineclub ha sido una oportunidad para muchos estudiantes: “Hay un estudiante al que le ha tocado difícil motivarse con lo académico, pero es artista, confecciona su propia ropa, hace fotos, es modelo. En el cineclub encontró un espacio para desarrollarse”.
Finalmente, ambos docentes consideran que el cineclub no solo fortalece habilidades técnicas, sino que permite a los estudiantes reconocerse como creadores. “Ellos saben que pertenecemos a la Red de Cineclubes de la Cineteca Nacional. Tienen sus chapitas, pero quizás aún no dimensionan la importancia de esa red. Lo que sí saben es que acá se viene a crear. Nosotros mediamos, asesoramos, pero no dirigimos sus proyectos. Ellos toman las decisiones”, concluye Ignacio.